domingo, 7 de noviembre de 2010

Accesibilidad y usabilidad

     Este artículo del País que raya los monólogos cómicos propios del club de la comedia, pone de manifiesto, sin embargo, una triste realidad: y es que no todo el mundo está conectado. Las nuevas tecnologías, que potencialmente permiten la comunicación global de todo el planeta, sirven a menudo para excluir más aún a los colectivos descolgados de las TIC. Se habla de sociedad red, pero a veces se maneja el término a la inversa, si no está en la red no pertenece a la sociedad. 

 

     Si nos referimos a la brecha digital, podemos corroborar que cada vez es mayor. Pensemos en la matrícula a este máster. Era exclusivamente on-line. Las comunicaciones se hacen a través del correo. Las tareas se entregan a través de la plataforma. Y no se trata exclusiamente de un máster en TIC, ocurre con todos los grados ofrecidos (al menos en l a UAM). Ya no se trata de si sabes hacer un ejercicio o no, de si has terminado la traducción del japonés a tiempo o si has entendido esa complicada teoría que ha expuesto el profesor. Se trata de que no te has enterado del cambio de clase que estaba anunciado en la plataforma o que no sabes utilizar el correo electrónico. 

     De los cuatro "ciber baches" con que concluye el artículo, el que más me llama la atención es el de las citas y encuentros. Para estar conectado ya no basta con tener los conocimientos para saber utilizar las TIC, con dominar o al menos chapurrear el lenguaje y con estar registrado en todas las redes sociales habidas y por haber. Es necesario dedicar tiempo a revisar y participar en esas redes para no perderse las convocatorias. Hablan de la incompatibilidad de los gadgets, pues no nos metamos en la de las redes sociales. La tecnología no siempre ahorra tiempo.

     Cabría mencionar aquí también de que no solo se trata de la brecha digital, también de localidades, regiones o países donde el acceso a la red no está al alcance del público general.

 'CIBER-BACHES'
(copiado textualmente del artículo propuesto)

- El lenguaje. La difusión de los neologismos, anglicismos, contracciones y palabras más o menos inventadas avanza al ritmo de las innovaciones tecnológicas. Uno de los últimos engendros lingüísticos es el término widget. ¿De qué se trata? Es una aplicación que sirve para visualizar en pantalla elementos gráficos como relojes, calculadoras, mapas, previsiones del tiempo... Así de sencillo.
- Cables y periféricos. El ordenador portátil, el móvil, el televisor, la impresora, el escáner, la cámara de fotos, la de vídeo, el reproductor MP3... Todos y cada uno de estos aparatos viene con sus propios cables, puerto USB y cargadores específicos. Por supuesto, no suelen ser compatibles entre sí. A la espera de que todos los fabricantes se pongan de acuerdo para producir unos pocos periféricos universales y compatibles, habrá que acostumbrarse. Y agenciarse una mochila para cargar con esos alambres, por ejemplo, cuando nos desplazamos o nos vamos de vacaciones.
- Aplicaciones. ¿Se han detenido alguna vez a mirar los teclados de sus ordenadores? ¿Saben para qué sirven exactamente, por ejemplo, teclas como las que indican PetSis o Bloq Despl? La mayoría de los usuarios habituales probablemente lo desconocen. Según algunos expertos, el fallo de los productos de electrónica de consumo consiste en ofrecer demasiado en lugar de acercarse a los usuarios corrientes.
- Citas y encuentros. La creciente difusión de festivales y encuentros de aficionados a Internet y las nuevas tecnologías, si bien son una excelente ocasión de intercambio de experiencias para miles de usuarios, puede reforzar esa idea de alejamiento del consumidor medio. Porque, a veces, se pueden convertir en citas para entendidos o frikis del sector.

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