Leyendo el texto de Inneraty me ha venido a la cabeza otra reflexión entre amigos relacionada con el mundo de la publicidad.
.
Si se observan los anuncios dirigidos a ancianos como pueden ser las compresas anti pérdidas de orina o los pegamentos de dentaduras se nota algo que no ocurre para ningún otro target: venden las características del producto. En otros ámbitos pueden verse anuncios que no indican ni una sola característica del producto que venden. Porque lo que venden es una forma de vida asociada a ese producto, a esa marca.
Y digo que es curioso porque podría pensarse que la población que constantemente ha sido bombardeada por la publicidad desde la más tierna infancia debería ser la más inmune a sus efectos. Y sin embargo es al contrario, en lugar de inmunizarse los asimila. No sospecha cuando un anuncio no muestra las propiedades del producto, da por hecho que no es necesario, se centra en las caracteríosticas estéticas, en la originalidad, en otros aspectos en general.
En este artículo ocurre lo mismo. Cuando alguien no está habituado a oir un "valor moral" asociado a un cierto argumento, se extraña y percibe una cierta manipulación demagógica ligada a ese discurso.
En conclusión: lo valora críticamente.
Sin embargo si ese "valor moral" va unido a un argumento de forma tradicional, este se acepta e incluso se identifica uno con otro.